jueves, 23 de febrero de 2012

MERCADO CENTRAL

Mercado Central hacia inicios de la década de 1960
Con respecto al artículo publicado el día 23 de febrero del presente en el diario El Sur, artículo que expone la situación del Mercado Central, debo opinar que tiene sus altos y bajos. Si bien se agradece la inclusión de una opinión como la del Sr. Antonio Zelada donde se muestra una visión propositiva en vista a generar soluciones al problema del Mercado, además de un punteo respecto a opiniones y perspectivas, por otro lado es un tanto pesimista.  

En primer lugar objeto lo apresurado de emitir juicios sobre lo que debiera existir ahí, el mercado central posee una modalidad comercial propia, una vida propia y una identidad que no me atrevería a sacrificar y reemplazar por otro tipo de comercio. Tal vez incluir recintos como decía el Sr. Baeriswyl pero al mismo tiempo considerar lo existente como parte del patrimonio comercial  penquista. En segundo lugar me referiré a un problema macro, que se escapa de la manzana misma en debate. Es un hecho que ese sector de la ciudad se encuentra deteriorado, con graves problemas de seguridad, y que esa manzana en particular es perceptualmente insegura, pero a ver, veamos los orígenes. ¿Acaso las políticas municipales y de renovación urbana han apuntado a mejorar ese sector?, y no me refiero exclusivamente al mercado, sino a los ejes Freire, Maipú y Los Carrera, históricamente han sido zonas “apartadas” de la ciudad y las políticas de renovación han tendido a concentrarse en otros sectores.

¿Quién autoriza locales de tragamonedas o comercio ambulante?, además, hay que reconocer que todos los esfuerzos se han concentrado en Barros Arana, veamos los retoques al Paseo y el adefesio de la “Tulipas”. Tuvimos que esperar a que un foráneo y desproporcionado Mall llegase a instalar “El nuevo centro de Concepción”, bastante irónico ¿no?, teniendo numerosos lugares con vocación urbana y potencialidades… como el mercado mismo. 

jueves, 16 de febrero de 2012

IN MEMORIAM

Ya hemos expuesto en este blog entradas que apuntan a dos grandes temáticas, en primer lugar, la importancia de la arquitectura moderna en la ciudad de Concepción, especialmente luego del terremoto del 24 de enero de 1939, la relevancia que este movimiento tuvo en la formación de la imagen ciudad y en generar una morfología homogénea reconocible a la vista y que trascendió por décadas. El otro tema que se ha expuesto es la demolición incesante en esta ciudad. Progreso no quiere decir destrucción, se debe apuntar a un desarrollo sustentable de la ciudad en la medida de valorar la arquitectura, revitalizando espacios, respetando lugares históricos o de relevancia para la población, respetar los barrios y por lo demás respetar el trabajo que arquitectos, constructores e ingenieros han realizado. La entrada siguiente alude a 5 casos emblemáticos de viviendas características que ya no existen en la ciudad:

Vivienda Salas 338 - Fotografía de Luis Darmendrail S.

Vivienda Caupolicán 158 - Fotografía de Luis Darmendrail S.

La primera es una vivienda de Edmundo Enríquez del P. de 1936, ubicada en Salas 338, de la cual sólo queda la fachada ya que el interior se demolió para instalar un estacionamiento. La segunda es otra de Enríquez del P., estaba ubicada en Caupolicán 158, la cual fue demolida hace unos pocos meses, la vivienda fue construida en 1937 y al igual que la primera se notaba una fuerte influencia de las incipientes líneas modernas y del “steam line” a través de la horizontalidad, vanos continuos, marquesinas y ojos de buey. De similares características es la tercera vivienda expuesta, ubicada en Roosevelt 1702 que fue demolida el 2008 para construir una sucursal de las Farmacias Cruz Verde, si comparamos el valor arquitectónico de la casa en cuestión con la farmacia existente actualmente, bueno, la cosa está clara, ¿O me equivoco?. Era una vivienda bastante interesante, primero que nada por la volumetría simple y pura que poseía, la composición geométrica de fachada y un detalle muy importante, era una vivienda aislada con cuatro fachadas, lo cual es valioso para una ciudad cuya distribución siempre fue de viviendas contiguas y sólo diseño de la fachada del frente.


Vivienda Roosevelt 1702 - Fotografía de Luis Darmendrail S.
La cuarta vivienda se encontraba en Tucapel 88, una casa bastante ecléctica donde vemos una influencia moderna a la par con elementos y materiales clásicos como es la piedra, manifestada principalmente en la chimenea y la senda reja del antejardín. Una caja escala acompaña de un panel de bloques de vidrio, muy de la época, una columna simple pero que concentra la atención y un balcón sencillo pero que resuelve cubrir el acceso vehicular. Fue demolida el 2008, junto a otras construcciones para dar paso a un edificio de departamentos como parte de la nueva cara de la calle Chacabuco.

Vivienda Tucapel 88 - Fotografía de Luis Darmendrail S.
La quinta vivienda, estaba ubicada a la izquierda del caso 2 y era una obra del arquitecto Julio Ríos, arquitecto conocido por el edificio de la Lotería de Concepción de 1942 y de dos viviendas en Salas al llegar a Chacabuco. Ríos trabajó en esta vivienda con la firma constructora Fuller-Aninat, firma que también trabajó junto a Kaulen en numerosas edificaciones de la ciudad. Una vivienda bastante interesante con un vano continuo y remate semicircular, semejante a lo que hizo en la Lotería y que se replicaba en el interior. Detalles como las baldosas al agua y respiraderos geométricos realzaban una riqueza de diseño que a simple vista pasaba desapercibida.


Vivienda de Julio Ríos - Fotografía de Luis Darmendrail S.

Como bonus, exponemos esta fotografía publicada en la revista "Arquitecturas del Sur" n° 22, perteneciente al archivo fotográfico de la Facultad de Arquitectura Construcción y Diseño de la Universidad del Bío Bío en la cual se ve el caso 2 y el caso 5 a principios de los '90, cuando estaban en uso y formaban un característico conjunto en Caupolicán.

Arquitectura Moderna en Caupolicán, Archivo Fotográfico de Arquitectura UBB

miércoles, 1 de febrero de 2012

BREVE VISTAZO A CONCEPCIÓN Y LAS SALAS DE ESPECTÁCULOS (1880 - 1950), A PROPÓSITO DE LA DEMOLICIÓN DEL EX TEATRO “LUX”


Demolición Teatro Lux, 01/12.
Fotografía de Luis Darmendrail S .
Hace dos semanas caminaba por Barros Arana y me sorprendí al ver que salía un camión del edificio del ex Teatro Lux, (hasta hace pocos meses utilizado por la tienda Tricot como bodega y sala de ventas), consulto a uno de los trabajadores que estaban en el lugar y me dice que el edificio tiene orden de demolición. De inmediato sentí una rabia descomunal y los pensamientos más oscuros pasaron por mi mente. No es para menos, o sea, que ciudad se da el lujo de demoler edificaciones que pueden ser útiles para la vida artística y cultural… en fin, no es la primera vez que pasa, basta recordar 1997 cuando se demolió el Cine Ducal, o la desmantelación de la Sala Cervantes, o la transformación del Cine Windsor en hotel, y un largo etcétera en el que se acopla la situación actual del Lux.

INICIOS

Concepción fue una ciudad de cines, de salas de espectáculos. La estrecha relación entre los espectáculos y la ciudad se manifestaba no sólo en la cantidad de salas que había sino que además en la gran cantidad de películas, conciertos, obras de teatro, revistas que se realizaban. Las salas eran de uso múltiple, si bien había algunas limitadas a la exhibición de películas como fue el caso del Splendid/Roxy/Ducal, había otras de uso flexible como el Opera/Rex. Los mismos edificios eran en muchos casos colosales y llamaban la atención por su gran volumetría y altura. Las salas pasaban a ser elementos importantes dentro de la ciudad, eran hitos, configurantes y puntos clave dentro de la vida social / cultural de Concepción. Eran más que edificios, eran construcciones que se pasaron a ser parte de la identidad de la ciudad y que quedaron grabados en la mente de los penquistas.

Mirando hacia atrás nos encontramos con el primer teatro de la ciudad, el Teatro Galán, que se ubicaba en Freire entre Caupolicán y Aníbal Pinto. Poco se sabe de la sala, de su arquitecto o incluso de imágenes. Lamentablemente esta sala se incendia en 1882 y al ser la única sala de espectáculos de la ciudad, se decide construir el fastuoso Teatro Concepción que se construye en 1885 brindando a la ciudad una lujosa sala para ópera, ballet, zarzuelas y obras de teatro. Con el pasar de los años, el Teatro Concepción sufre ciertas crisis económicas que lo obligan a exhibir películas para generar más ingreso. No nos detendremos en toda su larga historia, necesitaríamos 20 blogs para contar su vida de altos y bajos, sólo mencionaremos que el Teatro de la ciudad, pasa a manos de la UdeC en 1928 tras una crisis económica, en 1939 tiene daños por el terremoto pero se alza triunfante en las décadas de 1940 y 1950, en 1960 queda herido de muerte con el terremoto, fue abandonado por 13 años, en 1973 arde en llamas provocadas por manos criminales e ignorantes y finalmente en 1976, las autoridades de la época deciden borrar todo vestigio del edificio.
Teatro Concepción hacia 1900
El Teatro Concepción fue concebido como un salón de espectáculos más bien clásico, no fue con concebido como un cine, primero porque no era contemporáneo del boom del cine y porque tampoco era una prioridad de la ciudad. Eso sí, esta importante sala, dio pie a que se instalaran más salas de espectáculos en la ciudad.

Siguiendo el ejemplo del Teatro Concepción, hacia el centenario de la nación aparecen salas de barrio como es el caso del Teatro Ferroviario y salas más sofisticadas como el Teatro Rialto. De ambas salas no tenemos ningún tipo de información más que la mera certeza de su existencia. El cine llegaba tímidamente a la ciudad cautivando a la sociedad y los “biógrafos” se esparcen. El cine mudo fue una revelación y la llegada del cine sonoro reforzó la existencia de las salas.

CONSOLIDACIÓN

Es en la década de 1930 donde el cine se consolida y las salas de espectáculos pasan a ser una respetada tipología y un importante centro donde se integraban oficinas para renta. Uno de los primeros ejemplos fue el Teatro Splendid, (Barros Arana 770), que incluía un edificio de renta de cuatro niveles hacia la calle, y en el fondo la sala propiamente tal. Este teatro fue muy importante, uno de los más destacados de la ciudad, donde predominaban las funciones rotativas, funciones continuas, 12 horas de cine en un solo día. El mismo edificio, una fastuosa construcción diseñada por Guillermo Schneider, el mismo arquitecto responsable de los famosos Edificios Turri en Santiago (frente a Plaza Baquedano), con una influencia de art déco tardío manifestado a través de frisos y grecas que al mismo tiempo dialogaban con luces de elementos modernos como ojos de buey, trabajo de la horizontal con balcones y marquesinas, el edificio destacó por décadas. Soportó sin problemas el terremoto de 1939, luego del sismo cambió de nombre, se conoció como “Roxy” hasta 1960. El letrero luminoso del “Roxy” se convirtió en un ícono del Concepción de los ‘40s y ‘50s y desde 1960 hasta mediados de los ’90s se conoció como “Ducal”, con ese nombre fue que dijo adiós, en 1997, cuando es demolido para instalar sucursales de Pre – Unic y SalcoBrand, en un edificio que no vale la pena mencionar, no vale la pena rescatar y cuya pobreza estética se transformó en un augurio de lo que vendría a fines de los ’90 cuando comienza una progresiva demolición de edificios icónicos de la ciudad.

Cine Ducal, 1992, archivo fotográfico UBB
Luego de la apertura del Splendid, se abre otra sala, un poco alejada del centro mismo de la ciudad, en un entorno barrial, se instala el Teatro Ópera, (Rengo 865), también conocido como Rex, no tenemos claro cual nombre fue primero y cual después. Una exquisita obra del arquitecto, (del cual ya hemos hablado en este blog), Eduardo Enríquez del P., se abre en 1938 y se puede considerar como una continuación estilística del Teatro Splendid, en este ejemplo se abandonan todo tipo de elementos déco y la simpleza de líneas y elementos decorativos lo hacían único. Una fachada con composición simple y simetrica pero con una marquesina que sirve además como el letrero mismo del Teatro, una sola pieza que fluye y genera dinamismo en el edificio. Una placa gruesa pero que a la vez no es invasiva y que le impregna un carácter único a este teatro. Deleitaba a la gente con sus proyecciones de películas mexicanas y westerns, además de obras de teatro y revistas. Rodeado de confiterías y su proximidad con el Cerro Amarillo, lo hacían un favorito de los penquistas, lamentablemente nada es eterno y esta sala cerró a fines de los ’70, pasando a ser un mercado de abastos, rol que mantiene hasta el día de hoy, tal como fue abrupto el impacto que generó en 1938, es abrupto el cambio, de una sala de espectáculos a un mercado de abastos, fuera del reemplazo de películas por verduras, lo más lamentable es la transformación del edificio, la pendiente de la platea fue rellenada con el fin de nivelarla, las gradas se desmantelaron, se construyó una estructura metálica sobre la pendiente rellenada con el fin de hacer un “segundo nivel” para más locales y puestos, el escenario se destruyó y los accesos a los niveles superiores se tapiaron. Hace unos años tuvimos la oportunidad de subir a lo que eran las gradas de los balcones sin derecho a tomar fotografías y el estado del edificio es deplorable, ya no hay butacas sino una civilización de palomas que se adueñaron del teatro y son espectadoras, no de películas y revistas sino de un diario vivir marcado por el olvido.

Teatro Ópera, 1980 - 2007. Fotografía de Luis Darmendrail S. 
1940 – 1950

Interior Teatro Lux, enero 2012.
Fotografía de Luis Darmendrail S.
Ya en la década de 1940, surgen nuevas salas de la mano de familias que invertían en los cines y de la mano de arquitectos que daban un nuevo aire a las salas de la ciudad. Tal es el caso de Santiago Aguirre e Inés Frei. Una pareja de arquitectos que se hicieron conocidos en la escena de la época por sus propuestas vanguardistas, siendo una de las más importantes el Edificio Pecchi de 1944, (Barros Arana 374), su primera experiencia fue el Teatro Lux de 1942, (Barros Arana 1055, actualmente en proceso de demolición). Esta sala no es una sala ostentosa, de menores proporciones que sus antecesores pero con una acústica notable, una acústica otorgada por un trabajo interior a través de muros curvos de hormigón que forman pliegues internos y forman una gran concha acústica desde el escenario hasta las gradas. Notable es el uso de las circulaciones, escaleras curvas que son constantes en el edificio y que a la vez son diferenciadas para distinguir entre la sala misma y el edificio delantero que es un edificio de renta, el cual poseía oficinas y también escaleras curvas y semi caracoles. La volumetría es muy simple, desde el exterior se aprecia solamente un volumen puro cubierto con una aproximación a un muro cortina del cual no queda mucho. Uso de losa nervada en la marquesina y se destaca la rótula que se genera entre el edificio de renta y la sala de espectáculos mediante las circulaciones diferenciadas cubiertas con una techumbre translúcida. Cabe destacar su ubicación, casi enfrente al Teatro Concepción, la competencia al parecer no importaba o se manifestaba de forma “diferente”.

Teatro Lux, enero 2012, exterior. Fotografía de Luis
Darmendrail S. 
Similar trabajo realizaron con la Galería Irazábal de 1943, (Barros Arana 541), un edificio que reunía un edificio de renta, locales comerciales y una sala de espectáculos, el Teatro Cervantes, todo esto articulado mediante una rótula similar al Lux (circulación / techumbre translúcida) pero en mayor escala, además de conformar un pasadizo interior formando una galería, de hecho este edificio, fue uno de los primeros en incluir galerías comerciales, una tipología importantísima dentro de la historia arquitectónica de la ciudad.

Es una volumetría simple, tal como fue el Lux, simétrico, pero a la vez rompen con la horizontal utilizando dos pilares como elementos estéticos en la fachada, aún son perceptibles a pesar de las transformaciones que el edificio ha tenido en su fachada. Las escaleras son protagonistas, dominan la visual, pasan por sobre la cabeza, atraviesan el edificio y lo conforman, se critica un poco la poca jerarquía de las oficinas en cuanto a los accesos de las mismas, son bastante tímidos en comparación al poder que generan las circulaciones, si bien luego del terremoto del 27 de febrero del 2010, el edificio se restauró, lo que era el Teatro Cervantes, se mantiene como un local comercial altamente modificado, no hay escenario, gradas, balcones, hoy en día existe un gran local de computación que no rescata nada del pasado del edificio.

Otra sala de importancia fue el Teatro Explanade, conocido desde 1954 como Teatro Astor, actual discoteque Havanna, (Barros Arana 1356), fue construido en 1941 y es atribuido a Eduardo Enríquez del P., aunque estamos investigando eso. 

Es un edificio bastante ecléctico que rescata ciertas líneas del art déco tardío pero que al fin y al cabo se adapta a la corriente moderna imperante en la ciudad, de inmediato llama la atención el retranqueo con respecto a la calle y como forma un atrio flanqueado por esquinas de edificios que generaban la introducción al cine, además de incluir confiterías y puntos de encuentro para las personas. No tenemos conocimiento de cómo era el cine en sus años mozos pero viendo el edificio en su estado actual, concluimos que su gran volumetría destacaba, muchísimo, dentro de una barrio con casas de no más de 2 pisos y que al mismo tiempo su ubicación le otorgaba un carácter de cine mas bien barrial, tal como ocurrió con el Ópera / Rex.

Programación diaria de los cines de la ciudad, diario "La Patria" 2 de enero de 1942, 
Fotografía de Luis Darmendrail Salvo